miércoles, enero 21




Y volvió a tomar mi cabeza entre sus manos. No pude respirar.
Vaciló... No de forma habitual, no de una forma humana, no de la manera en que un hombre podría vacilar antes de besar a una mujer para calibrar su reacción e intiur cómo la recibiría. Tal vez vacilaría para prolongar el momento, ese momento ideal previo, mucho mejor que el beso mismo.
Edward se detuvo vacilamente para probarse a sí mismo y ver si era seguro, para cerciorarse de que aún mantenía bajo control su necesidad.
Entonces sus fríos labios de marmol presionaron muy suavemente los míos.
Para lo que ninguno de los dos estaba preparado era para mi respuesta.
La sangre me hervía bajo la piel quemándome los labios. Mi respiración se convirtió en un violento jadeo. Aferré su pelo con los dedos, atrayéndolo hacia mí, con los labios entreabiertos para respirar su aliento embriagador. Inmediatamente, sentí que sus labios se convertían en piedra. Sus manos gentilmente pero con fuerza, apartaron mi cara. Abrí los ojos y vi su expreción vigilante.





Crepúsculo, un amor peligroso.
Stephenie Meyer

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